viernes, 12 de mayo de 2006

El “fau pas” de Oscar Arias ( por Luis Guillermo Solís R)


Cuando era candidato presidencial, Oscar Arias dijo que partes del TLC entre Centroamérica y los EEUU no le satisfacían porque "fueron mal negociadas”. Al respecto, expresó que si por él hubiese sido, "las habría planteado de otra manera”.

Con ello, quien eventualmente sería electo Presidente de Costa Rica, admitía algo que ni siquiera los más acérrimos defensores del TLC pueden ignorar: la “negociación”, tan exaltada por algún matutino y por la Administración Bush, evidenciaba graves deficiencias de fondo y forma. Deficiencias que, dicho sea de paso, no eran inocentes y más bien reflejaban la voluntad expresa de hacer a los EEUU (e indirectamente a grandes intereses económicos que eventualmente se verían beneficiados por ciertas cláusulas), concesiones que ni siquiera éstos habían demandado de manera explícita en las conversaciones con el Poder Ejecutivo costarricense antes del inicio de las propias negociaciones.

El Tratado, entonces, devino “ultra petita”, fue más allá de lo que se solicitaba y motivó ˆcuando de ello se percatara el Presidente Pacheco- una enérgica reacción del Mandatario, la remoción de todo el equipo negociador del COMEX y el inicio de la gestión, más prudente, reflexiva y patriótica del Ministro Manuel E. González Sánz y sus colaboradores.

Hoy entronizado en Zapote (aunque todavía despachando en Pavas), el Presidente Arias se insufla de añoranza y augura el regreso del equipo “negociador” del TLC para que hagan lo propio con el Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Centroamérica. Además de contradictorio con las declaraciones precedentes, el gesto presidencial evidencia una gran confusión sobre la naturaleza, el contenido y el formato del Acuerdo de Asociación que la UE acaba de proponer en la Cumbre de Viena.

En primer lugar, dicho Acuerdo no es un TLC. Más bien constituye una propuesta integral constituida por tres pilares sólo uno de los cuales es comercial (los otros dos son el de cooperación y el del diálogo político), y por lo tanto hace obligatoria una aproximación multidisciplinaria y plurisectorial en la negociación.

En este sentido, aún si fuera requerido por su gran “experiencia y capacidad técnica” y por inopia de técnicos capaces provenientes de otros cuarteles ideológicos, el ex-equipo del COMEX sólo sería útil en uno de los ámbitos del acuerdo con la UE.

Pero en segundo lugar, y más grave todavía, pareciera que nadie le ha explicado al Presidente Arias que la negociación entre la UE y CA, a diferencia de la seguida con los EEUU, será efectivamente regional o no será. Valga decir, se negociará de región a región y no siguiendo la estratagema Zoellick de una convocatoria pero cinco negociaciones. Así las cosas, el “equipo costarricense” no lo será tanto, pues en última instancia le negociación la haría un equipo centroamericano cuyo buen funcionamiento sería absolutamente minado, socavado, soliviantado e inhibido por las posiciones anti-centroamericanas bien conocidas en el ex equipo COMEX algunos de cuyos miembros llegaron a decir, públicamente y de manera reiterada e impenitente, que “Centroamérica es un lastre para Costa Rica”.

En el plano político, la añoranza del Dr. Arias también ha producido dos reacciones que en principio se podrían considerar indeseables para un gobierno que llegó al poder con una base electoral tan frágil como la obtenida por el PLN el primer domingo de febrero. La primera provino de los sectores opositores al TLC, “ultras” y “moderados” por igual, que ven en la declaración del Mandatario un acto hostil, provocador y claramente indicativo de su falta de voluntad de diálogo constructivo en la materia. La segunda, al interior del propio PLN, muchos de cuyos más preclaros hijos se sienten justificadamente indignados por la convocatoria de una camarilla neoliberal, cuyos integrantes no sólo no son socialdemócratas (eso está de más decirlo), sino que hacen todo lo posible por no disimularlo.

Artículo publicado originalmente en Tribuna Democrática