domingo, 14 de diciembre de 2008

Por eso es hora de que el Gobierno deje su yoísmo y su electoreritis aguda y gobierne.

Costa Rica, Domingo 14 de diciembre de 2008

Ojo Crítico

Rodolfo Cerdas
politólogo

Don Pepe, al volver a la política en 1969, recorrió el país y descubrió la horrenda pobreza que había y de la que nadie se ocupaba. Don Óscar, en cambio, fue y volvió de Qatar y Singapur y no se molestó en ir a Talamanca y Sixaola y menos se preocupó por los miles de desempleados o por los que vieron duplicarse sus cuotas par el alza de los intereses y pueden perder sus casas o carros.

Extasiado can Singapur, añora para acá ese despotismo arbitrario, sin la molestia del Legislativo, la Sala IV, ni la oposición. Es decir, donde su ilustrada voluntad sea inapelable. Aunque lo disimule, está rechazando la democracia representativa y los contrapesos y quiere una delegativa donde tenga todo el poder para hacer lo que desea. Antes algunos habían pedido un Pinochet, ¿recuerdan?

Mientras don Óscar filosofa, nadie convoca a los sectores sociales y políticos representativos y, en unidad nacional, discute con ellos planes concretos y con visión de Estado que prevengan y combatan la crisis. El interés está en proyectos personales y en las elecciones y, sin preocuparse de perturbar mas el clima social, saca la ocurrencia inoportuna de una Constituyente.

Si hay sectores capaces de protegerse, son miles las personas que se quedan sin empleo o pueden arruinarse. No es la hora de un gobernante abstraído o cansado de nuestra difícil realidad, sino de la acción solidaria de un Gobierno que deje ya de estarse quejando, de echarles la culpa de sus falencias y errores a los demás y de jugar de vigía que anuncia desgracias obvias, en vez de asumir el papel de capitán que señala rumbos.

Sin planes integrales y coherentes para prevenir y afrontar el desempleo, la pobreza y el hambre, el país necesita estructurar ya esa solidaridad social del Estado, como el medio idóneo para que la ayuda no sea simple beneficencia o una ocasión de negocio para alguien. De eso dependerá la paz social, como en 1982 don Luis Alberto Monge y don Eduardo Lizano lo entendieron muy bien. Si no, como dijo Figueres en la crisis de los sesenta, ni vallas, ni alambradas, ni guardas darán seguridad a nadie, ante una masa violentada por la necesidad.

La mayoría de las transnacionales no serán afectadas y más bien amasarán en paraísos fiscales –¡sangrienta ironía!– billones de dólares de los contribuyentes. Las recetas para desmantelar el Estado son archivadas, pues quienes lo pedían ahora claman por papá Estado, que ayer era solo infamia de pobres. Hoy es sanadora virtud, pues son ellos los que 1o necesitan... aunque en su favor. Pero, cuidado, como dirían en la ultra o la dace, o hay pa’ todos, o hay patadas. Por eso es hora de que el Gobierno deje su yoísmo y su electoreritis aguda y gobierne.