La                  policía requisó a las personas que asistían                  a la Iglesia católica de Ciudad Quesada, donde el gabinete                  y el mandatario Arias sostenían una reunión. (Foto                  cortesía de Elsa Rojas) 
 
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        MARÍA          FLÓREZ-ESTRADA  
redactora  
Decir que el irresistible          ascenso de Óscar Arias, de expresidente constitucionalmente prohibido          de postularse a una reelección, a Presidente que defiende abiertamente          la posibilidad de recurrir a una "tiranía en democracia", para          hacer avanzar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TLC), se          parece al irresistible ascenso de "Arturo Ui", el personaje de la obra          teatral de Bertolt Brecht que abordó el ascenso del nazi-fascismo,          en Alemania, sería una simplificación y un anacronismo. 
Sin embargo, la serie de hechos políticos ocurridos en una Costa          Rica que, desde hace unas dos décadas, ha cambiado hacia una sociedad          de mayor desigualdad social y creciente confrontación política,          podrían ser sintomáticos de que también la cultura          de consensos y amplios pactos sociales, inaugurada tras la guerra civil          del 48, podría llegar a su fin. 
Recapitulemos: 
· El 3 de abril de          2003, se produce un cuestionado fallo de la Sala IV, entre otras razones,          porque tenía "nombre y apellido", el cual despejó el camino          para que el exmandatario Óscar Arias pudiera aspirar a la reelección          presidencial. Cinco magistrados votaron a favor: Luis Fernando Solano          (presidente de la Sala), Virginia Calzada, Adrián Vargas, Gilberth          Armijo y Ernesto Jinesta. Y dos declararon sin lugar las acciones: Luis          Paulino Mora, presidente de la Corte, y Carlos Arguedas. 
· El 21 mayo de 2003,          Arias manifestó su oposición a que su partido, Liberación          Nacional (PLN), organizara un congreso ideológico en octubre, que          el otro precandidato de esa agrupación, Antonio Álvarez          Desanti, creía indispensable. 
· El 22 de marzo de          2004, se publicó en La Nación una entrevista en la cual          se dice: "Aludiendo a su único rival, Antonio Álvarez Desanti          -quien fue su ministro de Gobernación y de Agricultura-, (Arias)          dijo que "dos no pelean si uno no quiere". Y agregó: "Las águilas          habitan en las cumbres y cometerían un gravísimo error si          bajan al fango a pelear con los caracoles".  
· El 27 de marzo de          2004, acogiendo la propuesta del precandidato Arias, 82 de 105 asambleístas          del PLN presentes, cambiaron la forma de designar los candidatos a diputados,          y decidieron volver al sistema antiguo de elección cerrada, conocido          popularmente como "dedocracia". 
· El 3 de setiembre del 2005, el entonces candidato Arias afirmaba          a La Prensa Libre: "Las reformas importantes como el Plan Fiscal y el          TLC no avanzan. Bajo esa premisa, creo que es mejor evitar el caos y la          anarquía y promover la tiranía en la democracia, es decir,          un mandato claro, con un líder que sabe qué es lo quiere          y quiénes le pueden ayudar a conseguirlo". 
· El 15 de setiembre          pasado, el diario La Nación se refirió al "inusual operativo          de seguridad desplegado alrededor del edificio del ayuntamiento, donde          estaban el presidente Óscar Arias, su gabinete y autoridades cartaginesas.          Unos 180 policías y 40 agentes de seguridad especial contuvieron          a los manifestantes (en su mayoría estudiantes) que intentaban          sobrepasar los retenes para lanzar frente al ayuntamiento sus consignas          contra el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, República          Dominicana y el istmo. La policía también limitó          el ingreso de ciudadanos a la plaza Mayor de Cartago, ubicada frente a          la sede de la municipalidad."  
· El 26 de setiembre,          la segunda fuerza electoral -segunda, por unos 18 mil votos-, el Partido          Acción Ciudadana (PAC), emitió un comunicado titulado "Gobierno          aspira a la tiranía en democracia", en el cual advirtió          de los "peligros por el incremento de las actitudes intolerantes del gobierno          frente a los costarricenses opuestos al presidente Oscar Arias y el TLC." 
 
"El premio Nobel de la Paz  se excede en despliegues y desplantes          policiales para contrarrestar las ideas y reprimir las opiniones de las          personas que se oponen al Tratado del Libre Comercio con los Estados Unidos.          Paralelamente, la fracción del gobierno cercena cualquier posibilidad          de realizar una franca discusión sobre el TLC en la comisión          de asuntos internacionales. La semana pasada rechazaron otra audiencia          más, esta vez, impidieron que el ex presidente Abel Pacheco explicara          los detalles de la negociación de este acuerdo comercial." 
· Además, denunció          que, ese mismo día, "el  Gobierno desplegó 180 efectivos          durante las celebraciones del cantonato de San Carlos. Nunca ha sido necesaria          tanta seguridad para recibir a un presidente y sus ministros." El obispo          Sancasimiro también denunció, iracundo, que en San Carlos          la policía requisó a los vecinos que querían ingresar          a la Iglesia.  
"Hoy fuimos víctimas de esta lógica perversa del gobierno          de aplicar la tiranía en la democracia, como lo hizo la presidenta          de la Comisión de Asuntos Económicos, la cual impidió          que el PAC participe en la subcomisión que analizará los          proyectos del fortalecimiento del ICE que redactó la Universidad          de Costa Rica," reclamó la diputada Leda Zamora, en esa misma nota. 
UNIVERSIDAD quiso conocer          la interpretación que tres académicos de la UCR hacen de          tales hechos, en el contexto de la actual coyuntura histórica y          política, a partir de preguntas incitadoras. 
A la socióloga Mercedes Muñoz, decana de Ciencias Sociales,          el sociólogo y profesor, Jorge Rovira, y el historiador y profesor,          Iván Molina se les plantearon las siguientes consultas: "¿Qué          nos dicen estos hechos sobre el momento por el que atraviesa políticamente          el país? ¿Se produce un cambio o ruptura en la capacidad          de negociar y de llegar a acuerdos, de la sociedad costarricense? ¿Reflejan          una intolerancia -que se ha calificado de vocación autoritaria-,          que puede ser considerada solo como un rasgo de personalidad o dice algo          más sobre los cambios que están forjando el nuevo estilo          de desarrollo de Costa Rica? ¿Le recuerda a algún otro mandatario          costarricense del pasado, o el ambiente de otro momento de nuestra historia?" 
De seguido, sus reflexiones. 
        
                                                                           Mercedes                Muñoz, decana de Ciencias Sociales: 
                                                                "Protesta                es un derecho ciudadano" 
                                 
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La                percepción de inseguridad parece ir en aumento día                a día.  Los operativos policiales contribuyen en esto                y nos ponen en alerta.  Se suceden cuando y donde menos lo                esperamos.  Los motivos en general son bien conocidos, entre                otros por drogas ilegales, secuestros, robos, tráfico de                menores y, con el propósito de tomar presos a mafiosos del                crimen organizado o bien, contener la microdelincuencia.  
En todo esto, los medios de comunicación masiva no pierden                primicia y nos bombardean con estas noticias. 
Pero más nos ponen a pensar y nos preocupan aquellos otros                operativos policiales, considerados excesivos, en los cuales se                realizan acciones represivas contra los participantes en actos públicos.                 Un caso: el tradicional acto del recibimiento de la antorcha,                el pasado 14 de setiembre en la Ciudad de Cartago, donde los ciudadanos                expresaron su malestar por ver como se les inhibía de  participar                en la fiesta cívica. 
¿De qué se trata? ¿Desde cuándo? Y,                sobre todo, ¿por qué?  Con extrañeza y                desconcierto pensamos en el legado cívico y civilista que                nos heredó don "Pepe".  Recordemos que la represión                como fórmula para acallar las voces de los disidentes, no                es buena consejera. 
La percepción de inseguridad no discrimina entre delincuencia                y disidencia.  Canalizar esta última por otros medios                debería ser la alternativa.  Total, la protesta social                es muy diferente de la delincuencia y amerita ser tratada como lo                que es: un derecho ciudadano. 
                                  
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                                                                                           Jorge Rovira, sociólogo: 
                                                                "El Presidente está impaciente" 
                                 
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            No                veo, hasta el momento, vocación autoritaria de parte del                Presidente de la República. Arias ha manifestado hasta la                saciedad que considera fundamental para el país la aprobación                del TLC. Se comparta o no con él esta posición lo                cierto es que no ha podido ser más claro al respecto. No                ha engañado a nadie en este punto y está procediendo                con toda consecuencia política al procurar que se apruebe,                de acuerdo a lo ofrecido en su campaña electoral.
                                                       
               Un segundo aspecto por considerar es el siguiente: si bien Arias                sabe que podría llegar a contar con la fuerza política                requerida en el Parlamento para alcanzar su objetivo, esto constituye                sólo parte de la cuestión. Pero él sabe, aun                mucho más, que esto puede no serle suficiente o que, en todo                caso, es indispensable en tema tan crucial elaborar, construir,                la más amplia aceptación pública de la decisión                a tomarse. Y que es aquí en donde la situación se                ha tornado cada vez más complicada. A pesar del esfuerzo                empresarial y de algunos medios de comunicación para apoyarlo                en la construcción del nuevo consenso que haga ver como necesaria                y obvia para el desarrollo futuro de Costa Rica la aprobación                del TLC, a pesar de dicho esfuerzo, la resistencia organizada y                latente se mantiene de una manera significativa. Aquí es                donde se encuentra el principal problema. 
Es un problema, en primer lugar, por el costo político interno                que puede conllevar el intento de aprobación a ultranza del                TLC. Y es un problema para él, en segundo lugar, por el costo                político en el extranjero que podría acarrearle dicha                aprobación si se recurre a expedientes represivos o antidemocráticos,                en particular para un hombre que tiene visión y perspectiva                internacional, que tiene reconocimiento mundial y que, además,                tiene aspiraciones en ese terreno. 
Un tercer aspecto es el siguiente: Arias se encuentra cada vez más                impaciente. Hubiera querido que Pacheco le hubiera entregado el                gobierno con dos puntos fundamentales resueltos ya: la reforma tributaria                y la aprobación del TLC. Ninguno llegó a tiempo. De                modo que su gestión debe vérselas con ambos,  que                son a su vez un requisito para una buena gestión y para darle                un impulso al país de modo extraordinario (en su visión                de las cosas). 
Arias parece haber girado instrucciones estrictas a su gabinete                en el sentido de evitar en todo lo posible crear segundos frentes                de conflicto, que pudieran sumarle oposición a la que ya                tiene en los dos puntos fundamentales antedichos. En efecto, en                julio el magisterio nacional logró por fin la aprobación                de una diminuta reforma a la ley de pensiones que resolvía                un enorme foco de tensión latente, pero igualmente se podrían                brindar otros ejemplos más. 
Sin embargo, a pesar del esfuerzo por construir el consenso pro                TLC, a pesar del empeño por no abrir segundos frentes de                conflicto, la resistencia se mantiene. El avance de ambos asuntos                en la Asamblea es lento. El tiempo pasa. Y es plausible que ninguno                quede completamente resuelto antes de marzo o mayo del 2007. Son                4 años de gobierno y ya se habría ido prácticamente                uno en conseguir las "precondiciones" para un gobierno brillante                y distinguido como el que Arias aspira y pretendería realizar. 
A partir de esta lógica, de ser cierta mi interpretación                de actores y circunstancias, ¿no es cierto que Arias se encuentra                colocado en un escenario que lo impacienta y, peor aún, que                lo tiene que estar preocupando enormemente?  
Qué puede llegar a ocurrir si todo esto le sigue al Presidente                Arias de modo relativamente adverso a sus expectativas, es asunto                sobre lo cual prefiero aún no opinar. Pero esperaría                que la impaciencia y la preocupación, ambas crecientes que                se le notan, no alcancen a traducirse en acciones que los costarricenses                tengamos que lamentar y, a la postre, él mismo, en primer                lugar. 
                   
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                                                                           Iván                Molina, historiador: 
                                                                "Apuesta por las murallas" 
  
 
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El                problema inmanejable que tiene el señor Arias es cómo                conciliar su condición de Premio Nobel de la Paz y abanderado                mundial por el mejoramiento de la humanidad, con una posición                de defensa de los intereses de los grupos empresariales más                poderosos y conservadores que tienen negocios en Costa Rica. 
Las actitudes y poses intolerantes (o que parecen intolerantes del                señor Arias) tienen básicamente un propósito                disuasivo, cual es convencer a los opositores al TLC que su gobierno                empleará toda la fuerza necesaria para reprimir las eventuales                protestas y movilizaciones ciudadanas. 
Esto último (ir a un enfrentamiento) es precisamente lo que                el señor Arias no quiere que ocurra, ya que una vez desatada                la confrontación, nadie sabe cómo va a terminar ni                cuál va a ser el costo humano, económico e institucional. 
Por tanto, detrás de las poses autoritarias del señor                Arias hay, ante todo, un enorme temor no sólo a un resultado                impredecible, sino al costo que eso podría tener para su                imagen internacional y para el país. En el peor de los escenarios                posibles, para el país y para su imagen, el gestor del plan                de paz para Centroamérica podría ser conocido, en                los futuros libros de historia, como el carnicero de San José. 
Esas actitudes y poses intolerantes y elitistas del señor                Arias se explican porque como no es viable negociar nada en relación                con el TLC, la única salida que les queda a quienes apoyan                dicho tratado es la descalificación total y sistemática                de sus adversarios (lo contrario también es cierto).  
En otras palabras: a diferencia de otros desafíos enfrentados                por la sociedad en el pasado, el reto planteado por el TLC no puede                ser negociado a lo costarricense porque el TLC mismo excluye tal                opción (es decir, la propia forma del TLC supone y fomenta                la polarización). Y no podía ser de otra manera: al                estar en función de los intereses del gran capital transnacional,                el TLC por principio deja de lado a la sociedad civil. Desde esta                perspectiva, el problema básico de Arias no es que no quiera,                sino que no puede negociar. La única opción es echarse                un pulso con los adversarios del TLC a ver cuál desiste primero. 
En una Costa Rica políticamente desencantada y cada vez más                desigual, la lucha en torno al TLC podría conducir, por tanto,                a una ruptura constitucional. La única vía institucional                segura mediante la cual esa lucha se podría evitar, sería                que la Sala IV declare inconstitucional el TLC. Otra opción,                aunque más lejana, podría ser que diversas organizaciones                e instituciones, con la Iglesia católica a la cabeza, se                pronuncien tan fuertemente en contra del TLC que favorezcan la ruptura                de líneas de partido en la Asamblea Legislativa.  
En la historia nacional del siglo XX, ha habido otros políticos                que en distintos momentos históricos, han desatado fuertes                pasiones en su contra. De ellos, resalto dos: el dictador Federico                Tinoco y el presidente Teodoro Picado. En el caso de Tinoco, tal                resultado fue producto de que, a medida que perdió respaldo                popular, respondió a sus adversarios con más represión.                Picado, en cambio, realizó una gestión esencialmente                conciliatoria, que fue saboteada por los sectores de línea                dura de oposición, interesados en promover una ruptura constitucional                para alcanzar el poder. Tinoco y Picado comparten con Arias el hecho                de que amplios sectores de la población cuestionaban (y cuestionan)                la legitimidad de su ascenso a la presidencia: Tinoco por un golpe                de Estado primero y luego por una elección en que participó                como candidato único; Picado por una elección considerada                fraudulenta (algo que ahora es claro que no fue así); y Arias                por una controversial decisión de la Sala IV que le permitió                volver a competir por la presidencia. 
Estimo que la virulencia de las manifestaciones hacia el señor                Arias se explica en parte, porque Arias subvaloró la magnitud                y la profundidad de la oposición; en parte por algunas torpezas                políticas cometidas por el propio Arias (por ejemplo lo del                CENAC); y en parte porque, al declararse a favor de un TLC innegociable,                no le quedó otra opción que asumir actitudes y poses                que potenciaban la oposición en su contra. De esta forma,                un político como él, que siempre ha hablado de tender                puentes y derribar murallas, hoy se ve obligado a prescindir de                los puentes y a apostar por las murallas. 
 
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