Víctor J. Flury Escritor  07:44 p.m. 24/10/2010   
En medio de su discurso (20/10) en la Universidad  Latina, el expresidente Óscar Arias dijo: “Se congelará primero el  Infierno antes de que se puedan comprobar las acusaciones falsas que  estas personas han insinuado en este sentido” (estas personas y este sentido aluden a: 1) opositores; 2) críticas por la autopista San José–Caldera).
Aparte de que su afirmación causó bulla entre  políticos, resulta muy errónea. El Infierno es un dogma que se basa en  dos atributos tan necesarios que, si uno solo de ellos faltara, el  establecimiento ya no se llamaría como se llama. La eternidad y la  continuidad son esos atributos. De modo que en el supuesto de que el  averno se congelara, habría una pausa, un alivio para los castigados,  algo que contradice su definición, ya que –según Borges– “la divina  persecución carece de intervalos' en el Infierno no hay sueño”. Los  teólogos  han discutido mucho estas cuestiones y a mí me asusta que haya  existido alguien que pudo imaginar el perfecto dolor sin destrucción.  Mañana, tarde, noche, sin feriados ni asuetos,para siempre. Así, pues,  don Óscar, al ubicar en el medio de su disertación el párrafo infernal,  no siguió el consejo del actor George Burns: “El secreto de un buen  discurso es tener un buen comienzo y un buen final y luego tratar de que  ambos estén lo más cerca posible”.   

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